Otra jugada de AMLO
Salvador Hernández Vélez.
Como ha sido característico, Andrés Manuel le marca la agenda al perredismo y por
qué no decirlo, a la izquierda misma. Ahora se ha manifestado en contra del acuerdo para
formalizar una alianza con el PAN en el Estado de México. Van por una consulta pública
para determinar si se hace o no esa alianza. AMLO les contesta con una jugada más, solicita
licencia como militante del PRD, ¿cuándo ha necesitado permiso para hacer sus movimientos
estratégicos?
Tampoco es la primera vez que López Obrador al mover sus fichas sacude al PRD
para cumplir con sus objetivos. En noviembre de 2010, lanzó al ruedo a la senadora Yeidckol
Polevnsky en busca de la candidatura por el Edomex. Y en enero de este año, impulsó a
Alejandro Encinas como el “precandidato de las izquierdas”. Y desde el 2009, ha hecho
campaña por candidatos del Partido del Trabajo y Convergencia. El Peje no necesita licencia
para operar en varias pistas, y no le importa si va o no en contra de sus correligionarios, basta
recordar el caso de Juanito en Iztapalapa.
Lo de las alianzas entre “legítimos” y “espurios” en el fondo evidencia una disputa que
confronta en cada estado a las huestes del perredismo. En Coahuila Mary Thelma Guajardo
y Gustavo de la Rosa de la corriente de los Chuchos apoyan la estrategia de las alianzas. Del
lado del Peje se alinean Adrián Puentes Adriano y el profesor José Guadalupe Céspedes,
opositores a la alianza con el partido que les arrebató la Presidencia de la República en el
2006. Esta disputa interna del sol azteca coahuilense seguramente llegará a litigarse en los
tribunales electorales. En otros estados las corrientes perredistas afines a López Obrador
han amenazado con agotar todas las instancias legales y políticas para detener la alianza con
el albiazul.
Minimizar este asunto de parte de los simpatizantes de las alianzas sin duda les acarreará
problemas en el proceso electoral. Esta desavenencia también se enmarca en la lucha interna
por la dirigencia nacional del partido y abona para que las confrontaciones sean a “muerte”.
En el fondo para muchos militantes perredistas lo más importante es ganar posiciones en el
partido antes que ganar posiciones en el gobierno.
Las divisiones están al día. En las elecciones de Baja California Sur incluso el ex
dirigente nacional perredista, Leonel Cota, participó como candidato a una alcaldía por otro
partido. En ese estado el PRD se partió y ganó la elección por la gubernatura el candidato del
PAN ¿Qué apuntan estas disputas internas, el fin del PRD o tendrán la capacidad para
promover la reforma que necesitan? Andrés Manuel con sus últimas jugadas los mete de
nuevo en la probable batalla final.
Desde el 2008 las grupos internos del sol azteca han logrado eludir y postergar la
batalla final entre las tribus que se disputan los recursos, los espacios de poder y la conducción
del partido. La anterior gran confrontación por la dirigencia del partido parecía precipitar la
ruptura largamente anunciada. La victoria “formal” de Jesús Ortega y sus aliados sobre
Alejandro Encinas y otros sectores de izquierda dejó las brasas vivas.
¿Será que ha llegado el momento de que ambos proyectos no puedan seguir viviendo
y conviviendo bajo un mismo techo y al amparo de un mismo emblema? ¿Será mejor para las
tribus que cada quién siga su propio camino? En el 2008-2009 el PRD se fragmentó en dos
grandes corrientes. Los Chuchos se quedaron con el registro, la infraestructura y las
prerrogativas correspondientes; los pejistas se afianzaron en membretes amigos PT y
Convergencia. Por lo que sea, por oportunismo o inteligencia, por intransigencia o desfachatez,
la ruptura o la refundación del partido sigue en el limbo.
El PRD está ante dos corrientes que caminan por vías separadas y no pocas veces en
sentidos opuestos, como queda patente con la estrategia de alianzas con el PAN. De tal
suerte que, junto con la decisión en el Estado de México, los perredistas deberán encarar la
renovación de su dirigencia nacional, que sin querer o no, revivirá la disputa tribal. Las
corrientes del perredismo cargan con un enorme desprestigio al interior y al exterior, éste
crece también por la ausencia casi total de propuesta
programática y línea política de “izquierda”, y porque en un
exceso de pragmatismo se suman a la derecha gobernante
para derrotar al PRI.
Mientras tanto López Obrador y sus seguidores, hacen
de la intransigencia y el desdén por las instituciones, las reglas
del juego y le apuestan a la inestabilidad. ¿Hasta dónde las
jugadas de Andrés Manuel afectarán al PRD?
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